Hay tardes de semanas interminables que, de pronto, te regalan un billete de vuelta al Trópico. No te has marcado ningún objetivo más allá de pasar las horas en compañía de tu hijo de año y meses. Nada es una obligación
Leer más›Sin nada que escribir, me dispongo a cumplir con el cometido de ejercitar la poesía.
Ya está. Ejercitada. Con el final de esta frase me doy por satisfecha, como si una pértiga me hubiera elevado tres metros del suelo, por no temer a la exageración. Por no temer, escribí un día: “Cambiar los miedo por los puedo”
Nunca había visto Dubrovnik desde abajo. Es demasiado tentadora la imagen aérea de la ciudad como para no usarla en todos los catálogos. El mar, la isla de Lokrum al frente, la uniformidad de la teja poniendo límites a las aspiraciones de los hogares…
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